Raspa, que se va el Musiú

¿Qué significa eso en su lengua?

Siempre lo decimos en las despedidas para no llorar, como para apurarnos y que no se prolongue la abrazadera y besadera… es muy triste.

¡Oiga!, pero usted está hecha un mar de lágrimas.

Flashback  (Escena retrospectiva)

A Eulalia le llegó la última semana del verano con sus nietas y ese pensamiento lo sintió en el estómago y entonces decidió salir para donde fuera en busca de distraer la puntada aguda.

Ya casi ni escuchaba ni veía el GPS porque se había aprendido las rutas para los sitios usuales. De pronto se abstrajo en un pensamiento y el carro se le fue una milésima de centímetro hacia la derecha y venía un carro, pero ella enderezó

Chequeó que el espejo retrovisor abarcara todos los puntos ciegos y ladeó la cabeza un poquito más de la cuenta para la derecha cuando vio atrás, el asiento de niño de su nieta vacío y ahí si le pegó el dolor en el estómago otra vez.

Y fue que la silla para niños, hasta le trajo a la memoria la imagen de su propia hija en el asiento de atrás, cuando la cargaban de Nueva Jersey a Nueva York y viceversa, todas las veces que a una pareja joven se le antojara ir y venir con la muchachita tan buena que nunca se quejó, y que por el contrario, parecía mas bien disfrutar las aventuras de sus hiperquinéticos padres. 

Rápido pasó a acordarse  de la segunda hija en el otro asiento y  después del chiquitín,  pero velozmente  se acordó como de tres asientos pasaron a ser dos y de dos pasó a uno y después a ninguno y el carro atrás quedó vacío porque crecieron y se fueron.

Ahora se repetía la historia, después de cargar a sus nietas con la algarabía de las que quieren llegar a grandes bailarina, nadadoras, pintoras y cantoras, ahora los asientos se los quitarían y el regreso sería con los asientos vacíos.

Pero se acordó de que a los nietos se quieren en tercera persona, según había leído en una entrevista que le hicieron a quien fuera su profesora de teatro en la universidad. 

Eulalia pensaba parecido, pero en su mundo audiovisual, veía a los abuelos como unos personajes en una película que entraban y se salían de acuerdo con las circunstancias y cada circunstancia era una historia.

No había una definición del ser abuelo, pero tan bonito que sonaba que era para consentir a los nietos, aunque lo único certero era que el amor a nieto es infinito porque viene de otro ser que ni el mismo abuelo es. 

-¡Raspa, que se va el Musiú mi amor!-  tuvo que decirle el marido recordándole la manera como se despedían en la familia de Eulalia y tuvo que montarla en el carro hecha un mar de lágrimas.

Marinés Lares

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