OLIVIA

Trascendencia es una palabra grande.

Cuando somos pequeños, resulta incomprensible.

En nuestra juventud,  parece innecesaria

Es en la madurez cuando comienza a tener sentido.

Algo nos revela de pronto que la vida es efímera y que nuestro futuro en el mundo se acorta, y por primera vez, volteamos a mirar el camino recorrido, tratando de descubrir si nuestros pasos han dejado alguna huella.

Y es que nadie quiere desaparecer por completo.  Dicen en esa hermosa película llamada Coco, que no morimos del todo mientras alguien nos recuerde en este plano. Y para seguir ese juego inconsciente de la perpetuidad, nos dedicamos a construir memorias, recuerdos, fotografías, y sobre todo, afectos.

La primera mitad de la existencia la dedicamos a sembrar el futuro.  Sembramos proyectos profesionales, relaciones, hogares, familias.  Y de pronto, nos sorprende la segunda mitad de la vida y la cosecha no parece tan frondosa, tan generosa ni tan colorida como habíamos imaginado.  ¿Qué tanto o qué tan poco he hecho durante mi estadía en este mundo?  Comenzamos a descubrir el verdadero significado de la gran palabra: trascendencia

Trascender es extenderse, difundirse, propagarse… puede hallarse en ese proyecto que culminamos, en el amor que entregamos, en la mano que extendimos, en la enseñanza que ofrecimos, en el tiempo que cedimos. Pero todas las formas de trascender tienen que ver con el amor, en cualquiera de sus múltiples expresiones. Del amor nacen los hijos y a ellos les pasamos el testigo de nuestra alma familiar para que se encarguen de extenderla más allá de nosotros. Solo que cuando nos convertimos en padres, somos demasiado jóvenes para alcanzar la visión de la propia mortalidad, para entender el “más allá de nosotros”.

Hace dos semanas, y habiendo aprendido bastante acerca de la finitud humana y las huellas que quiero dejar en esta vida, descubrí el sinónimo de la palabra trascendencia escondido en un nombre:

Olivia

Resulta natural aceptar que trajimos al mundo a nuestros hijos, pero parece casi un milagro mirar la continuación de la vida a partir de ellos.

Olivia. Esa pequeña, maravillosa criatura, es el relevo, la nueva receptora del testigo.

Un nieto es esperanza y luz.  Es certeza de la gracia Divina. Es la vida después de ti, más allá de ti.

Conocí a mis cuatro abuelos y de cada uno conservo una huella, una palabra imborrable, una mirada de amor infinito, una lección de vida. Memorias imborrables.

Trascender es ver el alma familiar perpetuada en el tiempo.

Olivia, nacida bajo el signo de Cáncer, el signo que abre las puertas a la luz del verano, trae con ella la fe, la fuerza espiritual, la sensibilidad, la intuición. Ella trae el calor a mi signo de invierno.

Olivia y yo construiremos las memorias, los recuerdos, las fotografías, el amor… sobre todo el amor.

Sé que mientras alguien nos recuerde en este plano, no nos vamos del todo.  Al menos eso dice Coco.

Yo tengo la certeza de que Olivia estará de acuerdo.

2 opiniones en “OLIVIA”

  1. Que hermoso Elisa, «transcendencia y amor » Precioso y profundo este mensaje inspirado en Olivia que brota del amor y la certeza que desde ya habrá por siempre una complicidad especial entre ustedes. Disfrútense mucho y gracias por compartir esta sentida y transcendente vivencia.
    Un fuerte abrazo con todo cariño. Malena

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