Para Matti

Como tu papi, naciste antes de tiempo, como con prisa para venir al mundo. Y como tu papi, llegaste bajo el signo de Géminis. Este signo está regido por el planeta Mercurio y asociado al arquetipo de Hermes, el mensajero del Olimpo con los pies alados, el que servía a la comunicación entre los dioses y los hombres, el que podía viajar al inframundo y regresar ileso.  No solo te adelantaste a tu tiempo, sino que nos diste un susto inmenso. Dos meses en terapia intensiva y allí, todas las complicaciones posibles. Nos encomendamos a San Antonio porque ese es tu segundo nombre y, tu nonna Pina se encontró una estatua inmensa del santo en la entrada de Puerto La Cruz, y resultó que la estaban inaugurando en una fecha que coincidía con tu llegada al mundo. En esos días también se repetían en las misas dominicales los evangelios según San Mateo. Para nosotros, que vivíamos en la zozobra de verte luchar por tu vida, aquellas eran señales de Dios que nos daban esperanza y nos decían que todo iba a estar bien. Gracias, Matti, por resistir.

Dos meses después, y bajo todos los cuidados, llegaste a tu hogar. Al principio no podíamos tocarte y solo entrábamos a tu cuarto con mascarilla. Pero era maravilloso verte en tu cuna rodeado de tus papás, que habían quedado agotados con el maratón de tu internado. Olivia decía que no nos podíamos acercar porque eras alérgico a los besos. Lo decía un poco por celos, pero también a su manera repetía lo que escuchaba a su alrededor: eras un niño delicado. Gracias, Matti, por vivir.

Y así pasaron uno, dos, tres, cinco, siete, nueve meses. Cada día eras un bebé más grande y saludable. Ahora podíamos cargarte y jugar contigo y tú eras el bebé más feliz de la tierra. Siempre estabas de buen humor y era muy fácil hacerte reír. Entonces y ahora, damos gracias a Dios por el milagro de tu vida. Y también, porque tu llegada cerró un trayecto de experiencias difíciles que nos había tocado vivir como familia. Así como Hermes, bajaste al inframundo para regresar más fuerte y poderoso y, nos ungiste a los mortales con el bálsamo de tu risa fácil y la dulzura de tu mirada bondadosa. Gracias, Matti, por traer paz.

Dentro de pocos días cumples un año. Eres un bebé hermoso y el más simpático que se puede soñar. Tu mami dice que has perdido la ropa y hay que comprarte talla 2. Ya balbuceas palabritas y espero que “abu” esté entre tus primeras palabras jajaja. También te paras solito y pronto te veré dar los primeros pasitos.

Gracias, Matti, por regalarme otro pedacito de felicidad. Por ser el hijo varón de papi y mami, el que hará permanecer el apellido de papá y del abuelito del cielo que no tuvo la dicha de conocerte. El que lleva la bendición de San Antonio, que es también el nombre de tu nonno. El que será el gran amor de mamá y su más grande admirador, aunque ella aún no esté segura. El hermanito de Olivia, que será también su protector, aunque ella se oponga. Y, sobre todo, gracias por ser mi nieto y ayudarme a escribir el segundo capítulo de este trecho de mi vida, camino a la trascendencia.  

Abu Eli